lunes, 1 de abril de 2019

Salomé y los 55 árboles plantados

Salomé es una ahoyadora de armas tomar que vive en un pueblo de Madrid en casa de mi amiga Ana. Con ella una no puede andarse con tonterías y, por eso, Ana le preguntó a ver qué le parecía ir a plantar unos árboles a Burgos. Después de pensarlo un rato Salomé dijo: "Nada me hace más feliz que cumplir con mi destino" y por esa frase lapidaria interpretamos que estaba de acuerdo. Ella es así, cuando habla es para dejar a todo el mundo con la boca abierta.

Aquí Salomé acabando de recitar un poema

Tiene una fuerza descomunal. Yo la intenté manejar y casi me saca volando. Así que era Ana quien la guiaba para hacer los agujeros. Y yo la transportaba, intentando ayudar, de un agujero a otro. Se han plantado 10 fresnos (Fraxinus angustifolia), 8 encinas (Quercus ilex), 3 guisantes siberianos (Caragana arborescens) y 26 laricios (Pinus nigra) en un tiempo récord, en unas 4 horas.

Empezamos por el talud más destrozado por las lluvias torrenciales del pasado verano. La nueva plantación de laricios pretende crear una contención para los torrentes venideros porque es muy poco probable que la finca de arriba deje de ser arada en los próximos años. Y como había suficientes pinos seguimos avanzando por la ladera de solana hasta que se acabó la bandeja.

Vaya par de máquinas


Los de Google Earth han actualizado este verano las tomas de mi pueblito y ahí se puede apreciar el río que pasó por encima de la vaguada y por dónde fueron los ríos de lodo que arrastró el agua desde la finca plantada con girasoles que se encuentra en lo alto de la colina. 

Las tres zanjas que tenía se colmataron y el depósito de más arriba fue desplazado junto con piedras.
El norte apunta hacia arriba.

La vaguada está orientada hacia el este, hacia el amanecer. Como siempre para las orientaciones este-oeste las dos laderas que la contienen son de solana -orientación sur- y de umbría -orientación norte- (y al revés en el hemisferio Sur). Cuando practicamos la observación y sobre todo en aquellos sitios que andan justos de agua podemos ver que la orientación -ese "pequeño" detalle- es tan condicionante que aunque los suelos se encuentren muy cerca y compartan su composición química, la vegetación es bastante diferente.

Umbría

Y, por eso, en esta vaguada la ladera de umbría se encuentra mucho más avanzada que la de solana en lo que a sucesión se refiere. Ya hay unos once quejigos de porte arbóreo y unos siete aun pequeños, que parecen arbustos y que cualquier año nos sorprenden y pegan el estirón. Toda la ladera está cubierta por un potente estrato herbáceo que no decae ni el lo más seco del verano y que cubre tupidamente el suelo. Y algún tojo (Ulex europaeus) sobresale por encima de la hierba. La recuperación es evidente. Puede que dentro de unos diez años, o tal vez alguno más, el quejigo comience a ser dominante y vaya ocupando más y más la ladera.

En la umbría el bosque comienza a enseñar la patita

Los quejigos durante más de su primera década de vida son como arbustos

Pero en la solana todo es más difícil: el sol da de pleno durante más horas y seca más el suelo con lo que hay un menor número de especies que pueden en ella prosperar. Aquí triunfa el tomillo y en primavera domina el gamón, también hay tojos (Ulex europaeus) y escobizos (Dorycnium pentaphyllum) como pequeños arbustos. Y donde casi no hay suelo por estar la roca muy próxima a la superficie domina el Sedum album, y donde el Sedum album no puede crecer, hay líquenes, rellenando los huecos. Eso sí, no he visto ningún quejigo, ni ningún arbusto bien desarrollado así que he pensado que hay que echar una mano en esta zona.


Solana
Detalle del suelo de la solana: tomillo (Thymus vulgaris), gamón (Asphodelus albus), uva de gato (Sedum album), escobizo (Dorycnium pentaphyllum)

Así que en la zona de solana hemos seguido plantando los pinos laricios (Pinus nigra). Son unos todo-terreno y creo que con mi ayuda, pues este verano tendrán sus riegos de supervivencia, y su capacidad de sufrir el estrés hídrico veraniego, en unos pocos años podrán generar algo de sombra sobre la solana, dándole a ese suelo nuevas oportunidades de albergar especies más delicadas.


Lugares de la plantación

Otra de las razones para plantar árboles en las laderas es la capacidad de los árboles de crear esponjas vivas en el suelo, pues con ellos el suelo aumenta su capacidad de retener agua. De todos los lugares donde podemos almacenar el agua, el mejor de todos es el suelo. Y los árboles nos ayudarán a conseguirlo: lo sombrean, evitando la evaporación, y generan un suelo mullido y lleno de recovecos, permitiendo que el agua de lluvia se quede y ralentice su viaje hacia el mar.

Unas laderas cubiertas de árboles harán que el suelo de la vaguada disponga de más humedad durante más tiempo. Y eso favorecerá toda la vida y los cultivos que allí se encuentren.

Tres en raya


Todos tienen su acolchado de cartón y paja, y su red de protección

Estoy segura de que los pinos son una exquisitez para los corzos. Menos las encinas a las que no he puesto protecciones (pienso que pasará como con sus primos los quejigos a los que dejan en paz), todos los demás árboles llevan su protector. Ya no me la juego. Y, además, temo que Salomé ya no quiera venir más, si no cumplo con mi palabra de cuidar de los arbolitos. Después de todos estos años ya sé quiénes son sus dos grandes enemigos: los corzos y la sequía estival.  Y ya que en verano estoy yo echando una mano con unos riegos de supervivencia, sin duda los corzos son lo peor. Parece ser que con los cuernos pelan las cortezas y dejan a los árboles secándose lentamente al sol y al aire, y sin su protección natural, mueren. Así que no van a faltar protecciones porque si no, esto sería trabajar para el saco de lo echado a perder.


Una pena pero Bamby no juega en mi equipo

¡Buena suerte!

Además de en la ladera de solana, Ana, Salomé y yo también plantamos al final de la vaguada. Hace tres años con ayuda de un amigo se hizo una nueva zanja y se plantaron fresnos (Fraxinus angustifolia), guisantes siberianos (Caragana arborescens) y avellanos (Corylus avellana). No recuerdo cuántos fueron pero tal vez 8, 2 y 8 unidades de estos árboles. Cometí el error de no ponerles protección y solo quedan dos fresnos y un avellano, y los dos guisantes siberianos que a día de hoy tiran fenomenal. Si murieron (realmente desaparecieron), no fue por falta de agua porque en otro lugar planté 10 avellanos con idea de crear un seto cortavientos y esos siguen bien... porque tienen su mallita. Esta zona es la mejor de toda la vaguada, donde siempre la hierba conserva el color verde en verano pues ahí va a dar toda la recogida de laderas. Así que me he gastado todas las reservas de malla y he tenido que ir a comprar más.

Cada malla de un color. Fresnos, guisantes siberianos y avellanos formarán una barrera frena vientos

He elegido los fresnos para esa zona tan propicia porque es un árbol que da muy buena madera y, además, crece relativamente rápido para lo que son árboles de buena leña. Y el avellano y el guisante siberiano para ir cerrando el paso del viento a diferentes alturas. La vaguada es como un cañón de aire y quiero ponerle al viento diferentes frenos.

Y ya está todo listo. Solo queda que llueva para sellar el buen futuro de este trabajo. Si para Semana Santa no cae lluvia, tendré que empezar a regar. Llevamos más de dos meses sin ver la lluvia y eso es demasiado para estos pobres árbolitos recién plantados. Este año tengo buenas reservas de agua (el año pasado fue excepcional y no tuve que hacerlo) pero empezar a regar en abril... es una anormalidad muy grande...

De aquella tarde tengo un recuerdo muy especial. Estuvimos muy atareadas, centradas en la elección de los lugares, en llevar a Salomé de un lado a otro para que hiciera su trabajo,... y, sin darnos casi cuenta, ya habíamos terminado la bandeja de laricios. Y ahí, de repente, fui consciente de todo lo que habíamos hecho, en tan poco tiempo, con tan poco esfuerzo por mi parte, gracias a Salomé y a Ana. A mí vinieron recuerdos de las muchas veces que había estado cavando sola, del esfuerzo, de la impotencia por no poder hacer más,... y ahí mismo delante de ellas me puse a llorar como una tonta, sintiendo una inmensa gratitud. Que nadie que me haya ayudado se sienta mal, nunca he estado realmente sola en este proyecto. Pero esto ha sido otro nivel. Y Salomé me ha dicho que también vendrá el año que viene. Bueno, ella realmente ha dicho: "Cumpliremos con nuestro destino". Qué tía.

Y mil gracias.












jueves, 9 de agosto de 2018

El desastre tras la tormenta


Cuando hice el curso de diseño de permacultura (PDC para los amigos) uno de los múltiples trabajos que nos pidieron era que le diéramos una pensada a las catástrofes naturales que podríamos llegar a sufrir en nuestra zona, porque un buen diseño siempre deberá tener en cuenta el máximo de adversidad posible, para así, cuando esta llegue, porque siempre llega, estemos preparados nosotros y nuestro sistema y así los daños sean los mínimos y también lo más llevaderos posible.

Era un curso online impartido por Andrew Millison y organizado por la Universidad de Oregon y éramos gente de muchas partes diferentes del mundo. Cuando presentábamos los trabajos, estos no solo eran vistos por el equipo docente, sino que todo el grupo podía ver lo que cada uno presentaba. Ver los trabajos de los demás me hizo pensar en la suerte que tengo de vivir en esta parte del mundo donde las probabilidades de tener un tsunami a 850 metros de altura sobre el nivel del mar son prácticamente remotas, bueno, rozando lo imposible... porque si esto ocurriera, sería una catástrofe de tal alcance planetario que ya daría igual todo lo demás. Pero, por ejemplo, no hay riesgo de terremotos que era algo que a mis compañeros de la costa oeste de USA les preocupaba mucho y lo sentían como algo bastante probable.

Después de pensar un poco, yo indiqué el riesgo de que una nevada dejara el pueblo aislado unos días, cosa que se soluciona fácilmente teniendo una despensa bien provista y leña. También de sequía prolongada, pero con eso me estoy siempre peleando y lo tenía claro, almacenamiento de agua dentro y fuera del suelo y no plantar más de lo que se pueda regar y alimentar los suelos para que sean ricos y esponjosos, con una buena capacidad de retención de todo el agua que caiga. Fuertes vientos, para los que ya tengo cortavientos y hugel en marcha... Y descarté las inundaciones destructivas porque esto es cabecera de río y, además, estando yo en un alto pues mucho menos peligro. Grave error.

El 8 de julio del 2018, hace algo más de un mes, se oscureció el cielo y cayó una soberana tromba de agua y granizo. Ya habían caído 30 litros de agua hacía unas pocas horas, y a eso se sumaron 60 l que cayeron en poco menos de 45 minutos. Yo estaba dentro de la caravana y pensaba que la tormenta la iba a romper.

Después salimos todos a ver la crecida, el río había inundado huertas y caminos, llevado piedras de los márgenes, movido terraplenes. Impresiona la fuerza de la Naturaleza, incluso para nosotros que estamos tan alejados de ella y que con dar a un botón o mover una palanca, estamos acostumbrados a hacer magia energética todos los días. Pero en esta entrada os voy a contar lo que ocurrió en la parte alta, en mis territorios. Las fotos son de tres semanas más tarde.

Tromba de agua y adiós suelo fértil

El problema vino de la gran finca que tengo encima. Este año está plantada con girasol y entre el generoso marco de plantación del girasol y los herbicidas que echan a la tierra para que no tenga competencia... dejan el suelo desnudo y el agua cayó y cayó y formó una riada de lodo que llevó muchas cosas por delante.

Se formó un río por las terrazas de la finquita vecina por la que tengo el acceso a la mía



Detalle de la erosión en el pequeño talud

Vista desde arriba.
La finca de abajo ha ganado suelo.
Vista desde abajo. Esta foto es del día de después.

Aunque toda la finca debió estar chorreando lodo por todos sus lindes (que en parte ha sido recogido por mis terrazas) la peor parte se la ha llevado el vallejo donde ya tenía unas cuantas zanjas en marcha con plantaciones forestales. Se rompieron dos taludes y el río de lodo y piedras que se formó fue interesante. Podía haber sido peor, pues sí, pero para empezar se han colmatado las zanjas y enterrado muchos arbolitos que eran todavía pequeños.

El río formado desbordó la finca en un punto y se creo una catarata que rompió un talud, bajó por una pequeña terraza un nivel superior al vallejo y formó otra catarata en el talud superior del vallejo y corrió por todo él hasta desaguar en el siguiente nivel. Ahí estuvo a punto de hacer otro destrozo y llevarse el talud, las grietas que se aprecian son profundas, pero la capacidad de retención de agua de la vegetación de mi vallejo y mis pequeñas zanjas seguro que ayudaron a que no se fuera todo hacía las fincas del valle como en las fotos anteriores. No soy una buena fotógrafa, pero espero que os podáis hacer una idea de la que tengo montada.

En esta foto se puede ver el talud del vallejo destrozado y si os fijáis un poco más arriba el otro talud abierto.
Detalle del destrozo en el talud de arriba. Se aprecian bien los estratos del suelo
La riada siguió por la terraza de arriba
Y cayó por el talud del vallejo que también rompió.
Se formaron profundas cárcavas.
El primer depósito paró las piedras y fue movido y ahora no recoge agua adecuadamente.
La primera zanja totalmente colmatada y con el acolchado movido 
La segunda zanja y la tercera zanja que se encuentra a continuación del depósito también rellenas por el lodo.
En el lateral otra zanja por la que corrió el agua con fuerza.

La zanja lateral está pensada para ser un cortavientos comestible en el vallejo. Bastante estrecha, dentro de ella había plantada una secuencia densa de arboles altos y arbustos. Estas son las especies de cada secuencia: pino piñonero - chopo - madroño - chopo - nogal - chopo - morera - chopo - pino piñonero. La zanja se sitúa en el cambio entre la ladera de umbría y el vallejo. Ya tenía plantadas dos repeticiones de esa secuencia. Probablemente, hasta el final del vallejo haya espacio para cuatro.

Una entrada sobre esta zanja lateral estaba empezada pero ahí se quedó sin hacer. En general, todo iba bien, menos los madroños que se habían helado en los dos inviernos consecutivos que los he plantado y la morera que no aguantaba bien el verano (probaré a plantarlas algo más grandes en el futuro). Pero los pinos, nogales, chopos, guisante siberiano iban bien. Lentos pero seguros.

De los chopos tengo que hacer mención especial. Es una especie que voy a utilizar mucho en el futuro. Los arranco con algo de raíz en verano de las cunetas donde no van a poder prosperar. Son pequeños, los meto en tiestos que mantengo con la tierra húmeda y TODOS prenden. Al invierno siguiente los planto en tierra y todos van bien. La idea de ese cortavientos es no dejarlos crecer a lo alto y mantenerlos a una cierta altura. Ellos rebrotan muy bien.

Ahora me planteo si la que creía que era una de mis mejores ocurrencias, la de plantar los árboles dentro de las zanjas, es realmente tan buena. Es el mejor sitio para que no sufran tanto los rigores del seco verano, pero cuando ocurren cosas de estas, te das cuenta de que, y especialmente en esta zanja que va de arriba a abajo, tal vez es una idea muy poco afortunada. Y más cuando los árboles son todavía pequeños. Sospecho que algunos de ellos han sido arrastrados y a saber dónde están.

Un guisante siberiano (Caragana arborescens) plantado dentro de la zanja lateral con la raíz lavada y pelado.
Creo que sigue vivo.

Otro chopo dentro de la pequeña zanja lateral. Aguantó bien el embiste.
El chopo y el nogal son los grandes supervivientes de la zanja lateral.
Buscando a un pequeño pino piñonero, ya no está.

Vista general del vallejo

Al final del vallejo se acumuló mucho lodo. Sería un buen sitio para un estanque estacional.

Aunque ahora el talud que lo sujetaría está muy tocado y con grandes grietas
Segunda zanja colmatada

Estoy segura de que si la finca de arriba hubiera tenido al menos un herbazal sano y sin labrar, los daños habrían sido mucho menores. Habría sido capaz de absorber mucha más agua. La catarata no habría sido tan tremenda, la erosión habría sido mucho menor. Y si tuvieran una dehesa y yo unos taludes poblados de árboles, ni nos habríamos enterado. Pero no seré yo la que les pida a los dueños que cambien sus procedimientos, aunque sí que les voy a intentar hacer ver que como vengan muchas de estas, se van a quedar sin suelo y que me lo van a echar a mí encima. Estoy segura de que la realidad, que suele ser muy terca, nos hará cambiar los usos de la desastrosa agricultura industrial, pero mientras ese cambio ocurre, yo tendré que protegerme.

Tengo que poblar esos taludes y volver a colocar esas piedras en las cárcavas. Se me ocurre pino laricio (tengo una bandeja entera a la espera) y el versátil chopo, que crece bastante rápido y aguanta bien las embestidas del agua para los taludes rotos. Lo voy a usar en un sitio un poco raro para él, pues se trata de un árbol de ribera, pero le veo con la fuerza del árbol pionero que es. Y luego alrededor de la finca laricio, chopo, encina, serbal, guisante siberiano, madroño. Debería crear un buen seto de contención, sería lo ideal. Pero sé que eso tardará años en formarse. Estas tierras son austeras, los veranos suelen ser secos y los inviernos fríos y duros, el agua para regar es la justa. Todo tarda en hacerse. El seto que planté hace tres años va poco a poco. Algún día sé que pegará un estirón, pero las cosas no son de hoy para mañana. Solo espero que esta tormenta tarde mucho en repetirse, aunque sospecho que estos episodios extremos van a empezar a ser más habituales.

Ahora estaba más centrada en la era y estaba dejando que las plantaciones del vallejo siguieran su curso. Hay que volver aquí. Cinco de las seis zanjas están colmatadas, a ver qué pasa con muchos de los arbolitos que ahora están enterrados. Volvemos a empezar, con más conocimiento de lo que tiene que hacerse y también sabiendo mejor los limitados recursos de los que dispongo. No hay nada como ponerse a la faena para saber hasta dónde se puede llegar.

Me ilusiono fácilmente y creo que todo es posible. Y lo es, pero tal vez no en mi escala temporal. La frustración y las decepciones con las que muchas veces tengo que lidiar en la vida (como todos) no me paran fácilmente. Y detrás de este proyecto hay una buena razón que va más allá de mí misma, porque igualmente todo lo plantado no lo iba a ver ni a disfrutar en su fase adulta. Pero ahora estoy desbordada por todo lo que tengo que hacer, que entiendo me supera. Yo seguiré haciendo, poco a poco, porque no doy para más, y siempre que pueda lo seguiré contando... porque espero que alguien también pueda beneficiarse de mis errores y fracasos.

Y para acabar esta entrada de manera positiva... He ganado el suelo fértil que el de arriba ya no tiene. Y no todo está perdido.

El chute de agua y nutrientes han hecho crecer al quejigo en agosto
El guisante siberiano en su zanja colmatada también ha pegado un estirón y las hojas nuevas han nacido más grandes de lo habitual.








martes, 10 de julio de 2018

Mis queridos chapuingenios

Una de las cosas que más satisfacción me pueden dar en esta vida es lo que yo llamo los "chapuingenios". A mi mente ingenieril le gusta proyectar cosas y llevarlas a cabo. Normalmente, saco adelante lo que me propongo, pero, eso sí, a través de la chapuza, porque no soy nada fina trabajando. Pero desde el punto de vista práctico mis creaciones funcionan y, además, suelen durar. Ver mis proyectos salir adelante, funcionar y hacerlo a lo largo del tiempo siempre me ha dado mucha alegría.

Cuando me quedo aquí, vivo en una caravana. Este lugar no tiene electricidad ni agua corriente y en anteriores chapuingenios ya conseguí recoger agua de lluvia y almacenarla (puedo recoger hasta 5.500 L), y tener luz y agua en la caravana gracias a una batería que me llevo a casa a cargar cuando se descarga. Gracias a las dos pequeñas bombitas eléctricas, el fregadero y el lavabo/ducha tienen agua corriente, lo cual en este lugar sin civilizar es un auténtico lujo, pero el agua se tira por el desagüe debajo de la caravana y se desaprovecha.

En el curso de diseño de permacultura nos dieron un buen símil: la casa es como un manantial. Y si uno lo piensa, así es. Toda esa agua que sale por el desagüe y que desaparece como por arte de magia de nuestras casas, tiene un gigantesco y oculto circuito de canalización en el caso de las ciudades. En el caso de mi humilde caravana, cae a la tierra, allí mismo. Ya llevaba tiempo pensando en el desperdicio que es dejar que el agua se filtre en la tierra debajo de la caravana con lo necesitados que están siempre mis árboles de agua, y había hecho una pequeña conducción para que el agua saliera por el otro lado, entre dos manzanos, para que se pudieran aprovechar del agua de mis fregoteos.

Salida del desagüe de la caravana para regar unos manzanos. Y el barreño.

Pero una nueva idea entró en mi mente... ¿y si hago un pequeño estanque con acuáticas que depuren el agua de fregar y creen un punto de agua en este secarral veraniego? Y cuando una idea de estas entra en mi cabeza, ya no descanso hasta lograrlo, me pongo obsesiva y me apeno si no encuentro el momento para llevarla a cabo. En todos estos meses de silencio me he acordado mucho de este estanquito y de todas las entradas que tengo empezadas, pero no he conseguido ponerme... mudanzas, estudios, nuevas obligaciones.... Este año no he podido plantar, ni casi ir, y cuando iba, llovía o estaba cansada. Pero, por fin, ya puedo empezar a estar y a llevar a cabo mis locas ideas.

Este proyecto se compone de tres fases: el estanque del desagüe, un hugel con perennes de rica floración para atraer a polinizadores y otro estanque con una rueda vieja de tractor. Y espero poder hacer las tres cosas este verano. Pero vamos a ir por partes y, de momento, esta entrada se centrará en este estanque del desagüe de la caravana.

Me suele costar tirar cosas pero en este lugar me cuesta aun más porque, al final, siempre hay alguna utilidad para todo. El barreño de la foto fue comprado hace 14 años para apagar cal y ahí ha estado en la era, llenándose en invierno y secándose en verano. Siempre pensaba que tal vez estaría siendo un punto de agua en este alto y que algún habitante de la fauna salvaje podría estar beneficiándose de él. Se llenaba de algas rojas y en la mitad del verano con lo que quedaba, regaba algún árbol. No es muy grande pero creo que puede ser suficiente para crear un pequeño estanque y, además, es lo que tengo.

Mi amiga la pala, un suelo sombreado y a cavar

Es bueno que los estanques dispongan de algo de sombra porque el calor directo del sol acelera el proceso de evaporación. Así, el agua durará más tiempo dentro del estanque y las plantas acuáticas seguro que también agradecen el sombreado. Por la mañana tienen la sombra de un manzano y por la tarde la del otro.

¡Funciona!. El barreño tiene una ligera caída hacía el lado contrario de la entrada de agua para dirigir el posible rebose.

Una de las cosas en las que más hincapié hicieron en el curso de diseño es que siempre hay que contar con que en algún momento hasta en el sitio más seco puede haber un exceso de agua, que inunde la capacidad del sistema. Un buen diseño siempre tendrá en cuenta este posible exceso de agua y lo dirigirá hacia otros lugares donde pueda ser aprovechado. Siempre hay que darle una vuelta al rebose de los depósitos, estanques, zanjas, etc... para no perder ni una gota sobre todo en nuestros lugares, donde el agua no suele sobrar. El rebose de este barreño tendrá también su utilidad pero no voy a contar de momento nada porque tengo tantas promesas no cumplidas en este blog que casi mejor me callo. Y cuando tenga las siguientes obras hechas ... ahí se verá



La conducción del agua está hecha sobre todo de trozos descartados de la colocación del canalón. Pasan por debajo de la caravana hasta llegar al barreño.


Las plantas escogidas son el nenúfar, la cala y el junco silvestre (Juncus acutus) de esta zona, que aparece allá donde haya surgencias de agua. Y el alga roja que ha vivido desde hace años en el barreno.

Aquí están las plantas, aun un poco raquíticas porque están recién puestas.

Espero que el jabón que uso para lavar, que es uno neutro muy neutro, no les siente demasiado mal, y tampoco uso tanto... Vamos a ver cómo evoluciona todo. Si las plantas crecen y este miniestanque se transforma en algo bonito, actualizaré esta entrada y pondré una foto del milagro del agua en el secarral de verano.


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Y voy a aprovechar esta entrada para mostrar también todo el camino que hace el agua desde que es lluvia hasta que llega al estanque.

Los tejados son excelentes superficies de recogida de agua, ya que su función principal es mantener la superficie debajo de ellos seca y, por tanto, tienen que realizar dos funciones: impermeabilizar y expulsar el agua fuera de esa superficie. Mi primer y más importante chapuingenio fue poner un canalón en el tejado y canalizar el agua de lluvia hacia un depósito. Disponer de agua aquí arriba lo cambió todo. Ahora ya tengo 5 depósitos de 1000 L, dos bidones y un montón de garrafas. Y una de las labores del invierno es la de trasegar el agua desde el bidón de recogida hacia los de almacenaje.

Saber nuestra capacidad de recogida de agua es fácil: necesitamos conocer la superficie de recogida y las lluvias medias anuales. En mi caso tengo un canalón de 3 m y un tejado de 6 m de largo, por tanto, la superficie de recogida es de 3 m x 6 m = 18 m2. Las lluvias medias anuales son de 550 mm. Y se le aplica un factor de corrección a la baja  (0,9) porque siempre hay pérdidas en el sistema.

La fórmula a aplicar es:

Capacidad de recogida anual de agua = Precipitaciones anuales x Largura del canalón x Largura del tejado x 0,9 (Coeficiente corrector por pérdidas varias)

Así que:

550 mm x 3 m (largura del canalón) x 6 m (largura del tejado) x 0,9 =
8.910 L anuales son expulsados por el tejado hacia el canalón.

Tengo menos capacidad de almacenaje que de recogida.


El canalón solo ocupa la mitad de todo el ancho del tejado. Aun tengo posibilidad de ampliación pero es un tejado muy irregular y es muy difícil ponerlo bien. Además, no tengo dónde almacenar el agua.


Cuando digo que soy una chapucera es por algo

El agua atraviesa toda la pared lateral del pajar hasta llegar a la era





El agua llega al depósito de recogida. Milagrosamente, la era está a la altura
adecuada. Un poco más alta y no se hubiera podido hacer este sistema
¡


En la era hay dos depósitos: el de recogida y otro más.
Durante el invierno hay que estar pendiente de trasegar el agua hacia los demás depósitos
Las cintas de las persianas sirven muy bien como tirantes de sujeción.
Aguantan durante años a la intemperie sin despeinarse.
Los agujeros que se aprecian son nidos de vencejo que anidan aquí desde hace 3 años.
Cuánta alegría dan a la era. 



En el patio, un nivel más bajo que la era,
tapados por una exuberante madreselva hay tres depósitos más



Los tres depósitos del patio están conectados. Y tengo una colección de garrafas de agua con las que almaceno unos 220 litros

Casi todas las garrafas son para regar pero algunas acaban en la caravana. Con ellas alimento el depósito de donde chupan los grifos del fregadero y del lavabo.
Una avispa papelera, Polistes dominulus, está haciendo el nido en la tapa de acceso a las bombonas, depósitos y batería. Parece que no le importa que abra y cierre la tapa.
Me da pena quitarla y  la vez me da miedo, pero parece que pasa bastante de mí
Tener un fregadero en funcionamiento en medio de la nada es un gran lujo. Era lluvia y ahora es chorro.

Y del desagüe ahora ya va el agua hacia el estanque. Aquí quedaría muy bien poner una foto del estanque en todo su esplendor. Ojalá llegue el momento.


Se me olvidaba dar las gracias a todos los que me han ayudado sobre todo con el canalón: a mi querida madre, que murió el año pasado, a Ina que ha metido muchas horas y fuerza, a Antón y Amaia que siempre están ahí cuando les pido ayuda para las cosas a las que no llego sola y a Consuelo, que no se aburrió de sujetar la escalera y me animaba y jaleaba. GRACIAS